Hipnóticas vistas al viñedo de Conde de los Andes

Caminos por la sierra para descubrir nuestras viñas desde las alturas.

Conde de los andes ruta

Amanece tras la sierra de Toloño mientras nuestros pasos siguen ascendiendo hacia la cima del monte San Cristóbal. La pendiente es fuerte y cada metro cuesta, pero intuimos muy cerca la mejor recompensa.

Hora y media antes hemos dejado el coche en el pueblo de Salinillas de Buradón. Por una senda marcada con las señales amarillas del Camino de Santiago, hemos empezado a andar monte arriba. Nos rodean robles y hayas, se nota la influencia atlántica. El camino se hace más empinado y la ladera nos conduce al cruce de Tabuérniga, donde unas ruinas atestiguan la presencia de una antigua aldea. Tomamos un desvío hacia el oeste, en dirección al San Cristóbal, de 885 metros de altitud.

Y entonces, al alcanzar el cordal del monte, la maravillosa sorpresa: allá abajo, en los vallejos, se extienden las Viñas de Briñas, de donde proceden las uvas de nuestros vinos de Conde de los Andes.

Imposible apartar la mirada, la vista es hipnótica, con las parcelas de viña vieja formando un precioso mosaico hasta llegar al curso del río Ebro.

Para nosotros es un panorama inédito. No habíamos visto el viñedo desde tan arriba. Además, al haber subido desde Salinillas por los caminos umbríos de la sierra, es posible experimentar un fuerte contraste natural: del lado norte, un mundo húmedo y montañoso; a nuestros pies, la vertiente sur, vitivinícola y mediterránea. ¡Qué visión más reveladora del paisaje riojano!

Una alternativa extrema

¿Queréis una ruta más agreste? El San Cristóbal se puede alcanzar por la ladera sur, desde las ultimas viñas del valle, remontando por estrechos senderos el empinado desnivel. Las veredas usadas por corzos, liebres y jabalíes, se pierden tapadas por el matorral y hay trechos en que la subida parece imposible. Tenemos que ir abriendo camino entre las hojas espinosas del coscojar, lo que añade dificultad a un recorrido vertiginoso.

Para los más aventureros, esta subida es una experiencia inolvidable. Y el premio de las vistas es todavía más impactante. Nunca terminamos de descubrir el entorno de viña de Conde de los Andes, único e irrepetible.